martes, 5 de enero de 2016

EXCLUSIÓN SOCIAL Y REDES DE APOYO

Al hablar de exclusión social no solo nos referimos a los aspectos económicos que la delimitan y que surge rápidamente en nuestra mente con el término de pobreza.  Hoy en día y tras los profundos cambios sociales que la crisis y la globalización están llevando a cabo en nuestras sociedades surgen nuevas estructuras de marginalidad que no están ligadas exclusivamente al factor económico. Por ello debemos actualizar el concepto de “exclusión Social” y focalizar nuestra mirada a nuevas realidades como el déficit en el acceso a la vivienda, bajas condiciones de salud, pobres o nulas redes sociales y familiares, precariedad laboral, baja formación, etc. Esta nueva mirada nos acerca a nuevos desequilibrios que ponen en jaque y son una amenaza a nuestro sistema de bienestar.


Estos nuevos desequilibrios nos hacen más vulnerables y deterioran nuestros más básicos derechos y libertades. Me refiero también a la sobrecarga doméstica y familiar, al desempleo de larga duración entre otros y lo más significativo es que muchos grupos de personas se ven afectados de manera aleatoria e individualizada si bien se van añadiendo nuevos colectivos bien definidos y abocados a la marginación social como las personas con discapacidad (diversidad funcional) física o psíquica, los jóvenes ante un mercado laboral que no ofrece oportunidades y por lo tanto te dificulta aún más la integración, unas condiciones laborales  que no te permiten llegar a fin de mes y menos una vida digna, de futuro, sino muy al contrario, deficitaria. Ante este profundo cambio en la manera de mirar la realidad desde la periferia surgen nuevas realidades, nuevos problemas sociales, marginación y sin embargo intentamos solucionarlos con viejas respuestas.

A nivel económico la exclusión está configurada por la pobreza como siempre se ha tenido en cuenta pero a esto deberíamos añadir las personas o grupos que pasan dificultades económicas aun teniendo un trabajo, las personas dependientes de prestaciones sociales y las que no tienen ninguna protección social. A nivel laboral, el desempleo es la mayor amenaza a la integración pero también la baja empleabilidad ya sea por carecer de cualificación laboral o formación y por último la precariedad en el empleo. En cuanto a la formación un factor de exclusión social seria el bajo nivel formativo, el fracaso escolar, el abandono escolar, etc. En el ámbito sociosanitario nos encontramos cada vez con mas personas que tienen denegado el acceso a la sanidad básica, las adicciones y enfermedades derivadas de estas, el trastorno mental, discapacidades (diversidad funcional) u otras enfermedades crónicas que provocan dependencia. En cuanto a la Red Formal no encontramos con personas que tienen muy deteriorados los lazos familiares o escasas y débiles relaciones familiares (monoparental), escasas o muy débiles redes sociales de amigos, compañeros, etc. Finalmente la estigmatización social también aísla y excluye a muchas personas de una sociedad que equivocadamente la utiliza como mecanismo de defensa. También el  derecho a tener residencia propia es una variable de exclusión, la precariedad en el acceso incluso residir en una vivienda en malas condiciones.

Para finalizar la exclusión también abarca a las personas o grupos que no tiene acceso a la ciudadanía o un acceso restringido, la privación de derechos por procesos penales y la no participación política y social. Frente a estos procesos de exclusión y marginación social, el apoyo de las redes sociales es fundamental para la integración social.  Las redes sociales pueden ser definidas como el sistema social en el que los individuos encuentran protección y apoyo para la satisfacción de sus necesidades (Montero 2003). Para que se pueda dar es necesario el establecimiento de relaciones basadas en la confianza y reciprocidad entre las personas y el primer recurso que tenemos para construir esta red son la familia y las amistades. La red se caracteriza por lo tanto en crear espacios compartidos que genera apoyo afectivo, moral, económico y social. Pero esta red debe estar presente también en el plano político, de las administraciones públicas y en los planes económico, laboral y social.

Ofrecer oportunidades para salir de la exclusión deben ser el centro de todas las políticas y planes de acción. El primer paso es aceptar la exclusión tal y como se nos aparece, y no enmascararla bajo el término “riesgo de exclusión social” que es el término que actualmente solo se admite. Ejemplos de “Redes de Apoyo Social” para luchar contra la exclusión social van apareciendo cada vez con más fuerza y nos ilumina el camino a seguir en todas las políticas públicas y privadas. Como ejemplos: el empleo con apoyo en la inserción laboral de personas con discapacidad, los Centros Especiales de Empleo, las empresas de inserción, la intermediación bancaria; el trabajo que desde las onges y otras entidades de carácter social están llevando a cabo con colectivos en exclusión social, caritas, cruz roja, obra social la Caixa y un largo etc., cuya base se centra en crear estas redes sociales de apoyo social, económico, psicológico, etc.

sábado, 15 de agosto de 2015

MEDIACIÓN Y DISCAPACIDAD

MEDIACIÓN Y DISCAPACIDAD

El nuevo paradigma de la justicia cambia de un concepto de tutela judicial basada en garantías procesales básicas a un concepto más amplio en el que el derecho se puede ampliar a mecanismos alternativos de solución de conflictos (MASC-ADR) más eficaces para promover la convivencia, participación, cohesión y minimizar la conflictividad social. Entre los mecanismos alternativos de solución de conflictos destacan la conciliación, la mediación y el arbitraje. La Mediación es un proceso voluntario en el que dos o más partes involucradas en un conflicto trabajan con un mediador imparcial y neutro, que les guía por el proceso para generar sus propias soluciones y resolver sus diferencias. De esta nueva visión de entender la justicia deben participar las personas con “Diversidad Funcional”/Discapacidad (utilizaré ambos términos indistintamente) como cauce alternativo al ámbito judicial para asegurar el pleno ejercicio de derechos de las personas con discapacidad.

Pero actualmente está igualdad de oportunidades tiene que hacer frente a muchas barreras físicas, sensoriales, en la comunicación y especialmente en la percepción de la discapacidad que excluyen más que integran a la/s persona/s con discapacidad del derecho al acceso a la justicia. Por ello es fundamental que los mediadores e instituciones de mediación conozcan la realidad de la discapacidad y los recursos técnicos y humanos que deben disponer para que las personas discapacitadas puedan participar en igualdad de condiciones en cualquier sistema de resolución de conflictos.
Debemos partir del modelo social de la discapacidad donde se considera a la persona independientemente de su condición de discapacidad, como sujeto activo de derechos, con capacidad para decidir por sí mismo, es decir, ejerciendo su autonomía en la toma de decisiones sobre su vida y las circunstancias que le rodean. Al hablar de autonomía personal debemos partir de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en situación de Dependencia. En España, el Artículo 2 de la Ley 39/2006, se define la autonomía como: "Capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia inicia­tiva, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria.
Tendremos siempre presente como marco de referencia “los derechos humanos” que se construye sobre los valores de igualdad, dignidad y solidaridad. Y no menos importante es asumir el modelo de calidad de vida que según la Organización Mundial de la Salud lo define como "La percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus in­quietudes”. A nivel internacional el Modelo de Calidad de Vida propuesto por Schalock y Verdugo (2003) es el más aceptado. Según este modelo, la Calidad de Vida” es un fenómeno multidimensional compuesto por dimensiones principales que se encuentran influenciadas por características personales y factores ambientales. Entre las dimensiones más importantes que señalan estos autores nos encontramos con la “Dimensión de Defensa de los Derechos” centrada en el acceso a derechos y libertades reconocidos a los seres humanos  en la privacidad, voto y protecciones requeridas. En el marco jurídico “la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad aprobada el 13 de diciembre de 2006 mediante Resolución 61/106 de las Naciones Unidas y a nivel nacional la Constitución Española de 1978, la ley 51/2003, de 2 de diciembre, de igualdad de Oportunidades, No Discriminación y Accesibilidad Universal de las Personas con Discapacidad –LIONDAU; que supera el modelo medico sobre la discapacidad que inspiró a la Ley 13/1982, de 22 de abril, de Integración Social de los  Minusválidos (LISMI). Esta perspectiva ha sido reforzada con la Ley 26/2011, de 1 de agosto, de Adaptación Normativa a la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

Conocer las condiciones idóneas para que las personas con discapacidad puedan participar efectivamente en procesos de mediación nos va a posibilitar desarrollar procedimientos inclusivos que tengan en cuenta su discapacidad y puedan participar activamente en igualdad de oportunidades, potenciando su capacidad y autonomía para la toma de decisiones, es decir, conocer las bases donde se asienta una buena práctica de mediación con personas con diversidad funcional y que les posibilite el acceso a la justicia con plenos derechos y en igualdad de condiciones que las personas sin discapacidad.
Las habilidades sociales son básicas para el desarrollo humano y necesario para la adaptación de las personas al contexto que les rodea. Cuando estas habilidades se ven afectadas y mermadas debido a algún tipo de discapacidad, puede verse dañada la adaptación de la persona (que sufre la discapacidad) en la sociedad en la que está inmersa viviendo, provocando dificultades en la interacción social. El manejo de las percepciones que tenemos sobre las personas con discapacidad es importante para minimizar esas creencias que están enraizadas en nuestra sociedad y que hace que veamos a la persona discapacitada como un ser débil, incompleto, incapaz de decidir por sí mismo. Si no se restauran estas percepciones que minusvaloran las capacidades de las personas con diversidad funcional, se les impide ejercer sus derechos más fundamentales, principalmente, ser parte activa en el proceso de solución de sus conflictos. Para ello el empoderamiento de la persona discapacitada es crucial para contrarrestar las posibles estrategias de poder, coerción o amenazas que puedan derivarse del conflicto.

Como mediadores debemos conocer las necesidades de las personas discapacitadas y dirigir nuestra intervención para satisfacer a todas las partes enfrentadas. Este proceso implica 3 áreas que han de coincidir en un mismo espacio y que pasa en primer lugar por legitimar nosotros mismos a cada persona, a continuación, legitimar a cada persona consigo misma –a través del empoderamiento, y en último lugar, legitimización entre las partes –a través del reconocimiento y aceptación incondicional en igualdad de oportunidades y derechos. Como especialistas en gestión de conflictos debemos abrirnos a la dimensión social de la discapacidad donde nos acerquemos a un modelo integrador que responda a las necesidades específicas de las personas con discapacidad y se valore su autonomía para tomar decisiones en el proceso de mediación que vamos a iniciar.
La accesibilidad es la “condición que deben cumplir los entornos, procesos, productos y servicios para ser utilizables por todas las personas en condiciones de seguridad y de la forma más autónoma posible”. El acceso a la mediación y por lo tanto a la justicia es un derecho que puede verse anulado para las personas con diversidad funcional si no se reúnen los requisitos de accesibilidad necesarios. Por ello será necesario contar con elementos accesibles tanto en edificios, medios de transporte, información, comunicación y cualquier otro medio que se requiera. Las estrategias serán “Diseño para todos” y “Ajustes razonables”. El primero tiene como objetivo principal ofrecer entornos cuyo uso resulte cómodo, seguro y agradable para todas las personas, incluidas las discapacitadas. Los ajustes razonables son todas aquellas medidas que podemos instaurar para adaptar el entorno a las necesidades específicas de ciertas personas.

Los mediadores deberemos identificar las necesidades de nuestros usuarios para participar de forma efectiva en la mediación y esto pasa por considerar si las personas que vienen a mediación son capaces de obtener y utilizar toda la información necesaria relacionada con los servicios y el procedimiento de mediación, si son capaces de comprender el propósito y objetivo de la mediación, si entienden  el papel de cada persona presente en el proceso (el del mediador, las partes, los abogados, las personas de apoyo, los intérpretes…), si comprenden los pasos en el procedimiento de mediación y las “normas”.

Entre los aspectos a analizar y resolver antes de iniciar un proceso de mediación tendríamos que considerar en primer lugar “La accesibilidad del entorno”, principalmente la llegada al edificio, la entrada al edificio, el interior del edificio, adecuando el entorno para una correcta atención y comunicación; los despachos de prestación de los servicios de mediación (disposición del mobiliario y los espacios interiores para el tránsito de personas en silla de ruedas, o con discapacidad visual por ejemplo, etc.). Y en segundo lugar “La Accesibilidad de Comunicación” es un derecho universal donde se ve fortalecido hoy en día con los avances tecnológicos y la ayuda de la informática. La mediación electrónica es una buena solución con usuarios con movilidad reducida o personas con discapacidad visual o familiares a cargo de personas con verdaderos problemas de movilidad. 

Los mediadores o instituciones de mediación debemos tener en cuenta diversos elementos respecto a la transmisión de información para garantizar la accesibilidad a la comunicación e información con personas con diversidad funcional. Fundamentalmente la Interpretación de lengua de signos, donde se deberán facilitar los servicios de interpretación de lengua de signos; la Subtitulación, en la que se deberá contar con servicios de estenotipia computarizada para ofrecer información textual en pantalla de las presentaciones orales en tiempo real, así mismo se deberá asegurar siempre que las fotografías, gráficos, videos o DVD empleados estén subtitulados y los Sistemas de comunicación aumentativa o alternativa. Los Sistemas Aumentativos complementan el lenguaje oral cuando, por sí sólo, no es suficiente para entablar una comunicación efectiva con el entorno. Esta puede realizarse sin ayuda como por ejemplo la “Lengua de signos”, la “Lectura labio-facial”, la “Dactilología”, la “Palabra Complementada”, la “Comunicación bimodal” o con ayuda, se utiliza cuando para comunicarse las personas usan ayudas o herramientas que les permiten hacer preguntas, hablar sobre sus sentimientos y emociones, relatar sucesos  de su vida como por ejemplo  los “Sistemas e imágenes”,  los “Sistemas pictográficos”, “Bliss”, el “Sistema Braille”. Y Los Sistemas Alternativos que sustituyen al lenguaje oral cuando éste no es comprensible o está ausente.

Necesidades comunicativas en personas con discapacidad y tipos de SAAC utilizados

DISCAPACIDAD SENSORIAL

HERRAMIENTA
VISUAL
CON AYUDA
Braille
SIN AYUDA
Lenguaje Oral,Dactilológico,Comunicación Bimodal
AUDITIVA
CON AYUDA
Bliss, Pictograma, Escritura, Sistema de Imágenes
SIN AYUDA
Dactilológico, Gestos Indicativos, Lengua de Signos, Labio-facial, Palabra Complementada.

DISCAPACIDAD FISICA
HERRAMIENTAS
ESCLEROSIS MULTIPLE
Recursos Técnicos: Paneles de comunicación (alfabeto, palabras o imágenes), amplificadores de voz y teléfonos de texto que pueden facilitar la comunicación en algunos casos.
PARALISIS CEREBRAL
SAAC: El lenguaje de signos y la palabra complementada, o sistemas que requieren ayuda, como pueden ser el braille, los sintetizadores de voz, el Bliss, sistemas pictográficos, aplicaciones informáticas, etc.
Recursos Técnicos: Programas de gestión de símbolos, texto y/o fotografías, Comunicadores sencillos con salida a voz, Tableros de comunicación con salida a voz, Comunicadores dinámicos.
ESPINA BÍFIDA
Recursos Técnicos: Libretas con pautas, es aconsejable presentar los contenidos predominantemente de forma verbal, más que a través de imágenes o esquemas

OTRAS DISCAPACIDADES
HERRAMIENTAS
DISCAPACIDAD INTELECTUAL Y TEA
LECTURA FACIL Y SAAC (PICTOGRAMAS)


También en la transmisión Información en Internet, las páginas Web de los proveedores de servicios de mediación (y de cualquier otro sistema alternativo de conflicto) deben ser accesibles cumpliendo criterios de la WAI (Web Accesibility Initiative). Las Presentaciones se deberán asegurar que al utilizar transparencias, presentaciones informáticas o diapositivas, las mismas sean fácilmente visibles con copias en folletos con formato grande. Se deberá utilizar letra grande tamaño 24 en texto, todo en fuente legible: Verdana, Arial, Helvética o Universal; Se deberán leer todos los encabezados en voz alta y describir los dibujos o gráficos. Será necesario repetir las preguntas de la audiencia al dar las respuestas. Finalmente en cuanto a la Información impresa se deberá utilizar letra grande, de tamaño 16-18, fuente legible. La escritura Braille deberá estar disponible sólo en el texto.

Muy importante es la accesibilidad del procedimiento; me refiero al proceso de mediación en todas sus fases: preparación, desarrollo, culminación y seguimiento. Hay que tener en cuenta que la población con diversidad funcional presenta una gran variedad en función del tipo de discapacidad, la intensidad de la misma, el nivel de autonomía o necesidad de apoyos permanentes, el nivel de ingresos, el sexo, las formas de convivencia, etc. En la fase de preparación debemos tener los conocimientos sobre las necesidades de accesibilidad de las partes, esto implica compensar o equilibrar las oportunidades fruto de las desigualdades. Por lo que antes de comenzar la mediación es importante conocer el tipo de ayuda técnica que se requiere. Las ayudas son todo objeto, equipo o producto utilizado para aumentar o mejorar las habilidades de las personas con discapacidad. Se deberá preguntar a las partes antes del inicio de las sesiones si necesitan alguna ayuda técnica específica. Los datos aportados sobre la discapacidad, la información médica e incluso los ajustes razonables que requieran para el proceso entran dentro de la más absoluta confidencialidad. Cuando el mediador no disponga de algún servicio de accesibilidad deberá esforzarse para tenerlo, pudiendo preguntar a la persona discapacitada que le recomiende un proveedor de su confianza. 

Se deberá evaluar el grado de autonomía para tomar decisiones. Las personas que inician un procedimiento de mediación deben ser capaces de entender el procedimiento que van a iniciar de principio a fin, las reglas por las que se van a regir y el papel del mediador. Además han de ser consciente de la materia del conflicto y de su alcance; también de las decisiones que se tomen y de las responsabilidades que ello lleva aparejado. Las partes van a dar su consentimiento para lo cual tiene que haber una autonomía personal, puesto que las decisiones son personales y están en función de nuestros objetivos, deseos y beneficios. El mediador deberá valorar si todas las partes que van a iniciar el proceso de mediación tienen capacidad para hacerlo y sin que la discapacidad merme su capacidad y libertad de concurrir en igualdad de oportunidades.  Hay que tener en cuenta que la evaluación de la capacidad de mediar de una persona es individual y debe hacerse caso por caso ya que cada persona tiene sus propias circunstancias que pueden limitarla o dotarles de plena autonomía para tomar sus propias decisiones. Dicha evaluación no ha de consistir únicamente en un diagnóstico médico. Los acuerdos deben estar basados en una clara comprensión del conflicto y las circunstancias personales que intervienen en el mismo. Y deben prestarse todas las ayudas, adaptaciones y apoyos que se requieran para que la persona con discapacidad pueda actuar libremente y tome el control del sus acciones.


Para finalizar otro aspecto a tener en cuenta es nuestro comportamiento con las personas con discapacidad. El lenguaje determina nuestra percepción de la realidad. Utilizar acepciones negativas para referirnos al colectivo de personas con diversidad funcional como “minusválidas”, “retrasado”, “Deficientes”, etc., condiciona nuestra manera de relacionarnos. Para un uso apropiado de la imagen social de la discapacidad debemos utilizar la palabra discapacidad, persona con discapacidad y/o persona con Diversidad Funcional. 

domingo, 26 de julio de 2015

¿Por qué mediamos?

¿Por qué mediamos?

Entendemos la cultura como un mecanismo de adaptación que surge de la interacción social y que tiene como fin la adaptación al medio. Por lo tanto, la cultura ayuda a la sobrevivencia del ser humano y se constituye como un conjunto de construcciones históricas y sociales. La cultura como construcción social en permanente cambio es histórica. Desde la sociología se describe la cultura como un conjunto de valores, creencias y actitudes que contribuyen al modo de vida de una sociedad; se incluye los modos de pensar, actuar, de relacionarse con otros y con el mundo exterior (Segall, 1984). Es por lo tanto la cultura un cuenco, una realidad delimitada por un universo cerrado de creencias, valores que generan significaciones, mitos, imaginarios en el que se vierte la realidad y esta se nos muestra clara, ordenada e inteligible. Cambiar este cuenco, su forma, significa crear, cambiar o eliminar ciertas creencias y valores firmemente instaurados en el pasado pero que ahora han demostrado que no son aptas para proteger la vida. Esto crea una crisis civilizadora, es decir, surge la necesidad de proteger la vida de otra forma.

La especie humana institucionaliza este sistema de creencias y valores que emana del centro, del poder y en la mayoría de las ocasiones como mecanismo para perpetuarse en el poder. Este sometimiento se hace desde los más fuertes, haciendo débiles al resto. Y se llega a constituir como poder único y centralizado que impone las fronteras, y define lo que está bien y está mal, que legitima el uso de la violencia y que difumina, desenfoca su propia violencia hasta llegar a normalizar y naturalizar la cultura, sustentada por una aparente pretensión por el bien de todos, sometiendo a la ciudadanía a la guía y vigilancia de una autoridad superior fácilmente identificable. La justicia retributiva o justicia basada en el castigo ejemplar como medio para inhibir los comportamientos considerados socialmente inadecuados, la construcción de dualismos para construir la realidad (el bien y el mal). Se equipara el bien con los nuestros, los amigos, los iguales; mientras el mal está presente en “los otros”, los enemigos, los diferentes. La violencia es el mecanismo que utiliza los poseedores del bien y la verdad, quienes lo encarnan, para acabar con el mal y con quienes lo representan. Pero esta realidad está siendo cuestionada y los valores culturales aceptados hasta ahora están siendo transformados. El miedo al castigo no ha sido suficiente para evitar el delito, a pesar de que las sociedades siguen solicitando el endurecimiento de las penas, incluso instaurando la pena de muerte. Esta situación del derecho positivo, unida a su incapacidad para construir mejores sociedades, ha puesto en entredicho la justicia retributiva y está planteando la necesidad de encontrar alternativas. No se trata de desconocer la importancia de dicha justicia, sino de buscar alternativas que la complementen y trasciendan.

En la década de los 60 converge un conjunto de fenómenos sociales y políticos en todo el planeta. Emergieron movimientos sociales que lograron visualizar puntos de fuga de la cultura hegemónica y su profunda influencia posterior en la sociedad actual ; la vida no transcurre solo desde los intereses de los centros del poder. 

La guerra fría había contenido la posibilidad de una nueva guerra mundial, pero había desplazado la violencia de la guerra a los países periféricos en África, Latinoamérica y Asia, convirtiéndolos en escenarios para su lucha por la hegemonía geoestratégica, política y económica. Las llamadas guerras de baja intensidad sostuvieron y lo siguen haciendo la producción armamentista de Europa, EE. UU. y la URSS.  Pensemos en las toneladas de napalm y agente naranja rociados sobre Vietnam. En los años 60 las manifestaciones contra la guerra en Vietnam, trascienden este tipo de fronteras al volverse una de las primeras movilizaciones sociales con carácter universal.
No es posible establecer una relación causa/efecto entre los diferentes movimientos. La década de los 60 es una explosión multicolor de intereses y preocupaciones de la gente que, en la mayoría de los casos, se vuelve protagonista de cambios y propuestas que nacieron de situaciones concretas de grupos de población específicos, con miradas distintas y variadas inspiraciones, pero que se fueron entretejiendo y afectando unos a otros., entre ellas: el movimiento hippie, el Mayo francés o Mayo del 68, el movimiento feminista y el ecologismo entre otros. 

En el escenario norteamericano, el preámbulo del movimiento contracultural se remonta a los grises años 50 de la era Eisenhower. Junto a ellos, una nueva generación, surgida en Nueva York, de la mano de un movimiento literario que se convertiría en la última “vanguardia” que conseguiría influir en una especie de conciencia social, aferrada a la utopía de querer cambiar el mundo a través del arte, la Beat Generation. En los campus universitarios de Norteamérica la trayectoria de la revuelta generacional de los años sesenta en Norteamérica pasaría por varias fases. Oleadas sucesivas de creciente radicalización política y militancia sucederían al primer movimiento de ruptura que representaría la fraternidad bohemia de la Generación Beat.
Pero esa juventud que aprendió a expresarse de forma diferente (pacífica) se vería afectada también por acontecimientos socio-políticos de primer orden que contribuirían a radicalizarla desde los campus universitarios. La feliz inocencia de los años sesenta comenzaría a quebrarse en los Estados Unidos con los asesinatos del presidente Kennedy en 1963 y de Martin Luther King el 4 de abril de 1968.

Desde los beats, a través del movimiento por los Derechos Civiles y la lucha racial, la pobreza, hasta la guerra y el imperialismo americano, la línea sería la de un creciente compromiso, activismo político y participativo. Sería así como se forjaría una crítica Contra el “sistema”: pobreza en medio de la opulencia, el poder del complejo “militar-industrial”, la obscenidad de la guerra y el neo-imperialismo americano a escala global, la “gran mentira” de la manipulación de los mass media, la “educación errónea y compulsiva” de los estudiantes en  las universidades dependientes de corporaciones. Detrás de cada frase, en este breve catálogo, se levantaría un texto crítico, una agitación, una desmitificación de algún aspecto de la estructura social. Y a medida que los problemas se ampliaron, se desarrollaría también un nuevo estilo de activismo político: las marchas por la libertad, la organización de comunidades, la ocupación de los campus, el teach-in, las manifestaciones de masas,… Y como símbolo de la cultura popular juvenil, una flor amarilla emergería contra los aliados de la cultura no humana: el flower power, es decir, “el poder de las flores” –un poder que se ejercía pacíficamente y que se imponía como consecuencia de procesos naturales-.

Descentralización, vida comunitaria, ecologismo, democracia de participación, desconfianza de las grandes organizaciones y del “sistema”, liberación sexual, autogestión, búsqueda de alternativas concretas a problemas reales, anti doctrinarismo, etc. A partir de ese momento se verá la posibilidad de la liberación a cualquier forma de autoridad que el poder o el sistema tenga establecida en todas las parcelas de la vida privada de las personas, bien sea en el nivel escolar o social, o en el plano de lo familiar. Mayo del 68: bebía en la insatisfacción profunda de un modelo económico que te llena de cosas, pero que te vacía el alma; en una sexualidad oculta y vergonzante que te distancia y te extraña de tu propio cuerpo; en el dolor de una humanidad sin sentido, de los cuerpos de niñas y niños rociados con napalm o malformados como consecuencia del agente naranja; en los jóvenes que eran enviados a una guerra extraña y lejana que les cercenaba no sólo sus cuerpos, sino también el sentido de sus existencias; en los niños y las niñas mordidos por los perros en Birmingham, pero también en los cantos góspel que llenaban las gargantas y alivianaban el dolor indignado en unas pequeñas iglesias en el sur; en los nuevos campos de concentración del apartheid que convertía en extraña a la gente por su tierra; en los cuerpos de mujer vetados al placer en cualquier rincón de cualquier casa; en el temor de sí mismos de hombres y mujeres que debían considerarse enfermos o culpables de una sexualidad no permitida, en una sociedad donde los sanos eran los heterosexuales; en millones de estómagos vacíos alrededor de una mesa rebosada y preparada para pocos comensales; en el dolor opresivo de la periferia, de los frágiles.

Mayo del 68 despejó nuevos territorios; el descubrimiento de nuevas relaciones de poder, que se expresan en el espacio de la vida cotidiana, amplió el mundo de lo político y, por lo tanto, otras formas de incidir en él con nuevos sujetos de cambio y transformación. El poder, de alguna forma, dejó de ser un espacio para tomarse un lugar más, para abrirse hacia nuevas dimensiones en las que la transformación podía depender de todos. Surge en esta época la crítica a un sistema judicial ensamblado junto al poder, a través de los “Estudios jurídicos críticos”;  fue un movimiento en el pensamiento legal en la década de 1970 y 80 comprometidos con la sociedad sobre la base de una visión del ser humano desprovisto de los intereses ocultos y de dominación de clase que apoyan y controlan las instituciones jurídicas existentes. Los partidarios del movimiento han tratado de desestabilizar las concepciones tradicionales de la ley y de desentrañar las instituciones legales.

Aunque los orígenes intelectuales de los Estudios Jurídicos Críticos (CLS) se pueden remontar al realismo jurídico americano, como un movimiento académico distinto, emergió plenamente en la década de 1970. La primera oleada de CLS americanos fue influenciada por las experiencias del movimiento de los derechos civiles, movimiento de los derechos de la mujer y el movimiento contra la guerra de los años 1960 y 1970.  Lo que comenzó como una postura crítica hacia la política interna estadounidense finalmente se tradujo en una postura crítica frente a la ideología jurídica dominante de la sociedad occidental moderna. Basándose en la teoría doméstica y el trabajo de los teóricos sociales europeos, los "críticos" intentaron desmitificar lo que veían como los numerosos mitos. Las verdades teológicas, metafísicas y racionales que durante siglos sustentaron las formas de saber y de racionalidad dominantes no logran responder enteramente las inquietudes y necesidades en el presente estado de desarrollo de la modernidad humana. La creciente complejidad de los conflictos, la heterogeneidad socioeconómica, la concentración y centralización del capital, la expansión del intervencionismo estatal, etc. En la medida en que la sociedad es vista como un sistema necesariamente en constante conflicto, tenso y en permanente transformación, cualquier análisis pasa a ser considerado válido siempre y cuando sea capaz de identificar los factores de cambio responsables de la continua inadecuación de los modelos culturales tradicionales entre ellos, el derecho.

Aunque el CLS no ha producido un solo cuerpo de pensamiento, comparten varios temas comunes:
  • ·     "La ley es la política". Esto significa que las decisiones judiciales son una forma de decisión política,
  • ·     La ley tiende a servir los intereses de los ricos y los poderosos, protegiéndolos contra las demandas de los pobres y el ciudadano (mujeres, minorías étnicas, el trabajo de clase, los pueblos indígenas, los discapacitados, los homosexuales, etc.) para una mayor justicia.
  • ·      El argumento del realismo legal en el que lo que la ley dice que hace y lo que en realidad tiende a hacer son dos cosas diferentes. Muchas leyes dicen que tienen el objetivo de proteger los intereses de los pobres, de los frágiles de los que están en peligro de exclusión social. En realidad, a menudo sirven a los intereses de las élites del poder.

·         CLS sostiene que los individuos están vinculados a sus comunidades, clase socioeconómica, género, raza y otras condiciones de vida de tal manera que dejan de ser actores autónomos. Más bien, sus circunstancias determinan y por lo tanto limitan las opciones que se les presentan. La gente no es "libre"; se determinan en gran parte por las estructuras sociales y políticas que los rodean. Surge entonces la necesidad de formas alternativas de resolución de conflictos no vinculadas a los sistemas judiciales, sino muy al contrario, a través de la participación activa de la sociedad civil para solucionar sus conflictos. Los RAC (ADR en inglés) deben su origen a un movimiento anglosajón iniciado en la década de los treinta del siglo XX llamado movimiento de libre acceso a la justicia. Que pretendía que todos los ciudadanos tuvieran acceso a un medio que les permitiera efectivamente conseguir una solución al conflicto planteado. Este movimiento se dirigió a la búsqueda de alternativas a los tribunales, ante el colapso que los mismos presentaban. Todo ello, unido a los acontecimientos producidos en EEUU tras el 24 de octubre de 1929, en el que se produjo la mayor crisis económica mundial, y que conllevó a la depresión de los años 30, la intervención de EEUU en las dos guerras mundiales, y la inestable situación laboral, penitenciaria, migratoria, económica y social producida en esa década y en las siguientes, provocaron esa necesidad de buscar diversas vías de solución de conflictos.

En la Universidad de Harvard, se inició la propagación de una corriente filosófica-jurídica que buscaba cauces alternativos al poder judicial, denominada «critical legal Studies». Estudiosos del derecho como L.Fuller, F.Sander, Roger Fisher, todos ellos de la Harvard Law School, o el conocido autor Howard Raiffa, han contribuido notablemente a la formación del pensamiento teórico respecto a los procedimientos y aplicación de técnicas para la resolución de conflictos fuera de los tribunales. Pero los antecedentes de la mediación en los USA provienen de los procedimientos de resolución de la conflictividad laboral en la industria. La mediación tal como la entendemos hoy, aparece en los Estados Unidos a fines de la década de los sesenta y principios de los setenta, como respuesta a la demanda social, por formas alternativas a la conciliación de conflictos. Los motivos fueron varios en el contexto de la época: protestas estudiantiles, raciales, lucha por los derechos civiles, el movimiento de liberación de la mujer, la guerra de Vietnam, etc. En 1926 se crea American Arbitration Association (AAA) ofreciendo los servicios de mediación. En la década de los 30 se crea el movimiento de los ADR (Alternative Dispute Resolutions) como alternativa al sistema judicial. Entre los años 1934 y 1947 el congreso creo la “National Mediation Board” (www.nmb.gov) con el propósito de solucionar la conflictividad laboral entre trabajadores y sus administraciones laborales y evitar huelgas o cierres patronales. Su origen se sitúa en la “Ley de Relaciones Laborales de 1947”. Desde los años sesenta se difundieron las primeras experiencias en Mediación en el Consumo (American Arbitration Association, AAA), familiar (Association of family and Conciliation Courts, 1963), escolar (Children´s Proyect for friends, 1972) y comunitaria (Community Boards de San Francisco). Estas experiencias respondían a dos fenómenos esenciales: el impacto de nuevas instituciones civiles ante la llamada “crisis de representatividad social”, y el aumento de la complejidad y cantidad de los procesos judiciales (SINGER, 1996, 11-21).

martes, 14 de abril de 2015

INFLUENCIA SOCIAL EN LA MEDIACIÓN



Desde la sociología se describe la cultura como un conjunto de creencias, valores y actitudes que determinan la forma de vivir de una sociedad y esto incluye la forma de pensar, de comportarse y de interrelacionarnos unos con otros. La psicología social entiende la cultura como un sistema compartido de creencias, valores y expectativas con la finalidad que la conducta de sus miembros resulte predecible, entendible, aceptable y valiosa. Desde esta perspectiva se entiende que la construcción cultural de una sociedad a través de un sistema de creencias y valores compartidos, genera unas normas sociales que regula la conducta de sus miembros. Los valores culturales por lo tanto son normativos y nos indican lo que es deseable y como debe estar configurada la realidad. Describen los ideales de una sociedad.
Los estereotipos son definidos como “…creencias que hacen referencia a grupos y que a su vez generan y comparten en y entre grupos dentro de una cultura” Huici (1999); Allport nos describe el proceso de categorización a través del cual agrupamos la información que nos resulta útil para adaptarnos al mundo y Teifel (1969) subraya que el estereotipo resulta una herramienta fundamental para simplificar la realidad y organizar la información sobre grupos con los que interaccionamos.
De los estereotipos pasamos a los prejuicios y de estos a la discriminación, esto es un realidad social y nos pone a todos en alerta porque nadie quiere ser juzgado y menos aún señalado (estigmatizado) y aislado. Hay una necesidad de pertenencia grupal tan grande que nos esforzamos en ser aceptados aunque sea a costa de nuestra propia libertad, es decir, a costa de nuestras propias creencias y valores.
Brené Brown, trabajadora social, conferenciante y divulgadora nos hace un análisis muy clarificador de cómo la cultura, los estereotipos y la necesidad de ser admitidos por el grupo social actúa sobre nosotros. Nos habla de la lucha por sentirnos aceptados, de estar a la altura de las expectativas de los grupos a los que queremos pertenecer y en excesiva preocupación por lo que los demás piensan de nosotros. Esto afecta a nuestros sentimientos, pensamientos y comportamientos y se traduce en vergüenza; vergüenza por mostrarnos tal y como somos, de pensar, sentir y actuar libremente sin encorsetarnos en unos roles, valores y creencias que no son las nuestras: y ser juzgadas negativamente, ridiculizadas y excluidas. Estamos hablando de desconexión y de soledad. La vergüenza se encuentra en los sitios más comunes como pueda ser nuestro aspecto físico, la maternidad, la familia, la educación de nuestros hijos, el dinero, el trabajo, el éxito, etc. Este es el entramado que forman la vergüenza, el miedo y las expectativas culturales, que nos llevan a un laberinto relacionado con la salud mental, la depresión, los trastornos de ansiedad y todo tipo de violencia.
Si concebimos la relación entre estereotipos, prejuicios y discriminación desde la concepción clásica de las actitudes, según la cual, las actitudes constan de tres componentes: cognitivo, afectivo y conductual (Fiske, 1998; Huici, 1999). El componente cognitivo estaría asociado al estereotipo, el afectivo al prejuicio y el conductual a la discriminación. La visión de Brené Brown encaja con esta conceptualización ya que desde su aportación como investigadora social alude a la vergüenza y la autoestima. La vergüenza la sentimos, es una emoción, es la manera de sentirnos cuando vivimos ciertas experiencias; por el contrario la autoestima la pensamos, se basa en cómo nos vemos y a lo que pensamos de nosotros mismos.
Uno de los estereotipos más estudiados por su influencia sobre nuestras vidas son los de género. El termino género hace referencia a las características psicosociales de la persona, como los roles, motivaciones y conductas que se asignan diferencialmente a hombres y mujeres. Se trata de un conjunto de creencias compartidas socialmente acerca de las características que poseen hombres y mujeres. El estereotipo femenino está compuesto de creencias como que las mujeres son emocionales, débiles, sumisas, comprensivas, cariñosas, sensibles a las necesidades de los demás, Esto no quiere decir que lo sean, solo que tienden a ser percibidas así. En el masculino, los hombres son duros, valientes, dominantes, atrevidos, agresivos, competitivos, líderes; esto tampoco se corresponde necesariamente con la realidad, es una percepción generalizada. Pero también hay una segunda dimensión en los estereotipos de género y es que a estas categorías a las que se adscriben a hombre y mujeres son también las que se consideran deseables y se espera de hombres y mujeres, la trasgresión a esta prescripción puede dar lugar a fuertes sanciones sociales como la exclusión, la estigmatización, el prejuicio, la desconexión.

Emma Whatson en su discurso ante las Naciones Unidas presentando el proyecto HeforShe nos describe muy bien cómo pueden modular nuestra vida estos estereotipos de género. Cito textualmente: “… Cuando tenía 14 años empecé a ser sexualizada por ciertos elementos de mi imagen, a los 15 mis amigas empezaron a dejar sus equipos deportivos por que no querían verse masculinizadas. A los 18 años mis amigos varones ya no eran capaces de expresar sus sentimientos”. En otro momento nos dice: “…he visto hombres jóvenes sufriendo de “salud mental” incapaces de pedir ayuda por temor a que se sientan menos hombres, de hecho en el Reino Unido, el suicidio es el mayor asesino de hombres entre 20 y 49 años, eclipsando accidentes de tráfico, cáncer y enfermedades coronarias. He visto hombres hacerse frágiles e inseguros por culpa de un sentimiento distorsionado de lo que constituye ser un hombre desarrollado. Los hombres tampoco tienen el beneficio de la igualdad. No se suele hablar de los hombres aprisionados por los estereotipos de género pero puedo ver que lo son y cuando estén libres, las cosas cambiaran para las mujeres como una consecuencia natural.
Por último, en mediación podemos comprobar como muchos de los conflictos que se originan están influenciados socialmente, que nuestra imposibilidad de llegar a una solución viene determinada por procesos de influencia social y que las dificultades para llegar a acuerdos en la mesa de medición también se ven condicionadas por estereotipos, prejuicios, procesos de categorización, influencia grupal (familia, amigos, compañeros, etc.). Sensibilizarnos y atender e identificar estos aspectos nos puede ayudar a los mediadores a flexibilizar las posturas de los mediados para llegar a acuerdos.