http://frame.bloglovin.com/?post=5601008033&blog=8010745&frame_type=none
Mediación comunitaria
Resolución alternativa de conflictos, habilidades psicosociales en la mediación
lunes, 1 de mayo de 2017
martes, 5 de enero de 2016
EXCLUSIÓN SOCIAL Y REDES DE APOYO
Al hablar de exclusión social no solo
nos referimos a los aspectos económicos que la delimitan y que surge
rápidamente en nuestra mente con el término de pobreza. Hoy en día y tras los profundos cambios sociales
que la crisis y la globalización están llevando a cabo en nuestras sociedades
surgen nuevas estructuras de marginalidad que no están ligadas exclusivamente
al factor económico. Por ello debemos actualizar el concepto de “exclusión
Social” y focalizar nuestra mirada a nuevas realidades como el déficit en el
acceso a la vivienda, bajas condiciones de salud, pobres o nulas redes sociales
y familiares, precariedad laboral, baja formación, etc. Esta nueva mirada nos
acerca a nuevos desequilibrios que ponen en jaque y son una amenaza a nuestro
sistema de bienestar.
Estos nuevos desequilibrios nos hacen más vulnerables y deterioran nuestros más básicos derechos y libertades. Me refiero también a la sobrecarga doméstica y familiar, al desempleo de larga duración entre otros y lo más significativo es que muchos grupos de personas se ven afectados de manera aleatoria e individualizada si bien se van añadiendo nuevos colectivos bien definidos y abocados a la marginación social como las personas con discapacidad (diversidad funcional) física o psíquica, los jóvenes ante un mercado laboral que no ofrece oportunidades y por lo tanto te dificulta aún más la integración, unas condiciones laborales que no te permiten llegar a fin de mes y menos una vida digna, de futuro, sino muy al contrario, deficitaria. Ante este profundo cambio en la manera de mirar la realidad desde la periferia surgen nuevas realidades, nuevos problemas sociales, marginación y sin embargo intentamos solucionarlos con viejas respuestas.
Estos nuevos desequilibrios nos hacen más vulnerables y deterioran nuestros más básicos derechos y libertades. Me refiero también a la sobrecarga doméstica y familiar, al desempleo de larga duración entre otros y lo más significativo es que muchos grupos de personas se ven afectados de manera aleatoria e individualizada si bien se van añadiendo nuevos colectivos bien definidos y abocados a la marginación social como las personas con discapacidad (diversidad funcional) física o psíquica, los jóvenes ante un mercado laboral que no ofrece oportunidades y por lo tanto te dificulta aún más la integración, unas condiciones laborales que no te permiten llegar a fin de mes y menos una vida digna, de futuro, sino muy al contrario, deficitaria. Ante este profundo cambio en la manera de mirar la realidad desde la periferia surgen nuevas realidades, nuevos problemas sociales, marginación y sin embargo intentamos solucionarlos con viejas respuestas.
A nivel económico la exclusión está
configurada por la pobreza como siempre se ha tenido en cuenta pero a esto deberíamos
añadir las personas o grupos que pasan dificultades económicas aun teniendo un
trabajo, las personas dependientes de prestaciones sociales y las que no tienen
ninguna protección social. A nivel laboral, el desempleo es la mayor amenaza a
la integración pero también la baja empleabilidad ya sea por carecer de
cualificación laboral o formación y por último la precariedad en el empleo. En
cuanto a la formación un factor de exclusión social seria el bajo nivel formativo,
el fracaso escolar, el abandono escolar, etc. En el ámbito sociosanitario nos
encontramos cada vez con mas personas que tienen denegado el acceso a la
sanidad básica, las adicciones y enfermedades derivadas de estas, el trastorno
mental, discapacidades (diversidad funcional) u otras enfermedades crónicas que
provocan dependencia. En cuanto a la Red Formal no encontramos con personas que
tienen muy deteriorados los lazos familiares o escasas y débiles relaciones
familiares (monoparental), escasas o muy débiles redes sociales de amigos,
compañeros, etc. Finalmente la estigmatización social también aísla y excluye a
muchas personas de una sociedad que equivocadamente la utiliza como mecanismo
de defensa. También el derecho a tener
residencia propia es una variable de exclusión, la precariedad en el acceso
incluso residir en una vivienda en malas condiciones.
Para finalizar la exclusión también abarca a las personas o grupos que no tiene acceso a la ciudadanía o un acceso restringido, la privación de derechos por procesos penales y la no participación política y social. Frente a estos procesos de exclusión y marginación social, el apoyo de las redes sociales es fundamental para la integración social. Las redes sociales pueden ser definidas como el sistema social en el que los individuos encuentran protección y apoyo para la satisfacción de sus necesidades (Montero 2003). Para que se pueda dar es necesario el establecimiento de relaciones basadas en la confianza y reciprocidad entre las personas y el primer recurso que tenemos para construir esta red son la familia y las amistades. La red se caracteriza por lo tanto en crear espacios compartidos que genera apoyo afectivo, moral, económico y social. Pero esta red debe estar presente también en el plano político, de las administraciones públicas y en los planes económico, laboral y social.
Ofrecer oportunidades para salir de la exclusión deben ser el centro de todas las políticas y planes de acción. El primer paso es aceptar la exclusión tal y como se nos aparece, y no enmascararla bajo el término “riesgo de exclusión social” que es el término que actualmente solo se admite. Ejemplos de “Redes de Apoyo Social” para luchar contra la exclusión social van apareciendo cada vez con más fuerza y nos ilumina el camino a seguir en todas las políticas públicas y privadas. Como ejemplos: el empleo con apoyo en la inserción laboral de personas con discapacidad, los Centros Especiales de Empleo, las empresas de inserción, la intermediación bancaria; el trabajo que desde las onges y otras entidades de carácter social están llevando a cabo con colectivos en exclusión social, caritas, cruz roja, obra social la Caixa y un largo etc., cuya base se centra en crear estas redes sociales de apoyo social, económico, psicológico, etc.
Para finalizar la exclusión también abarca a las personas o grupos que no tiene acceso a la ciudadanía o un acceso restringido, la privación de derechos por procesos penales y la no participación política y social. Frente a estos procesos de exclusión y marginación social, el apoyo de las redes sociales es fundamental para la integración social. Las redes sociales pueden ser definidas como el sistema social en el que los individuos encuentran protección y apoyo para la satisfacción de sus necesidades (Montero 2003). Para que se pueda dar es necesario el establecimiento de relaciones basadas en la confianza y reciprocidad entre las personas y el primer recurso que tenemos para construir esta red son la familia y las amistades. La red se caracteriza por lo tanto en crear espacios compartidos que genera apoyo afectivo, moral, económico y social. Pero esta red debe estar presente también en el plano político, de las administraciones públicas y en los planes económico, laboral y social.
Ofrecer oportunidades para salir de la exclusión deben ser el centro de todas las políticas y planes de acción. El primer paso es aceptar la exclusión tal y como se nos aparece, y no enmascararla bajo el término “riesgo de exclusión social” que es el término que actualmente solo se admite. Ejemplos de “Redes de Apoyo Social” para luchar contra la exclusión social van apareciendo cada vez con más fuerza y nos ilumina el camino a seguir en todas las políticas públicas y privadas. Como ejemplos: el empleo con apoyo en la inserción laboral de personas con discapacidad, los Centros Especiales de Empleo, las empresas de inserción, la intermediación bancaria; el trabajo que desde las onges y otras entidades de carácter social están llevando a cabo con colectivos en exclusión social, caritas, cruz roja, obra social la Caixa y un largo etc., cuya base se centra en crear estas redes sociales de apoyo social, económico, psicológico, etc.
sábado, 15 de agosto de 2015
MEDIACIÓN Y DISCAPACIDAD
MEDIACIÓN Y DISCAPACIDAD
El nuevo paradigma de la justicia cambia de un concepto de
tutela judicial basada en garantías procesales básicas a un concepto más amplio
en el que el derecho se puede ampliar a mecanismos alternativos de solución de
conflictos (MASC-ADR) más eficaces para promover la convivencia, participación,
cohesión y minimizar la conflictividad social. Entre los mecanismos
alternativos de solución de conflictos destacan la conciliación, la mediación y
el arbitraje. La Mediación es un proceso voluntario en el que dos o más partes
involucradas en un conflicto trabajan con un mediador imparcial y neutro, que
les guía por el proceso para generar sus propias soluciones y resolver sus
diferencias. De esta nueva visión de entender la justicia deben participar las
personas con “Diversidad Funcional”/Discapacidad (utilizaré ambos términos
indistintamente) como cauce alternativo al ámbito judicial para asegurar el
pleno ejercicio de derechos de las personas con discapacidad.
Pero actualmente está igualdad de oportunidades tiene que hacer
frente a muchas barreras físicas, sensoriales, en la comunicación y
especialmente en la percepción de la discapacidad que excluyen más que integran
a la/s persona/s con discapacidad del derecho al acceso a la justicia. Por ello
es fundamental que los mediadores e instituciones de mediación conozcan la
realidad de la discapacidad y los recursos técnicos y humanos que deben
disponer para que las personas discapacitadas puedan participar en igualdad de
condiciones en cualquier sistema de resolución de conflictos.
Debemos partir del modelo social de la
discapacidad donde se considera a la persona independientemente de su condición
de discapacidad, como sujeto activo de derechos, con capacidad para decidir por
sí mismo, es decir, ejerciendo su autonomía en la toma de decisiones sobre su
vida y las circunstancias que le rodean. Al hablar de autonomía personal
debemos partir de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la
Autonomía Personal y Atención a las Personas en situación de Dependencia. En España,
el Artículo 2 de la Ley 39/2006, se define la autonomía como: "Capacidad
de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales
acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias así como
de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria.
Tendremos siempre presente como marco de referencia “los
derechos humanos” que se construye sobre los valores de igualdad, dignidad y
solidaridad. Y no menos importante es asumir el modelo de calidad de vida que según la Organización Mundial de la
Salud lo define como "La percepción que un individuo tiene de su lugar en
la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que
vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus inquietudes”.
A nivel internacional el Modelo de Calidad de Vida propuesto por Schalock y
Verdugo (2003) es el más aceptado. Según este modelo, la Calidad de Vida” es un
fenómeno multidimensional compuesto por dimensiones principales que se
encuentran influenciadas por características personales y factores ambientales. Entre las dimensiones más importantes
que señalan estos autores nos encontramos con la “Dimensión de Defensa de los
Derechos” centrada en el acceso a derechos y libertades reconocidos a los seres
humanos en la privacidad, voto y
protecciones requeridas. En el marco jurídico “la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad aprobada el
13 de diciembre de 2006 mediante Resolución 61/106 de las Naciones Unidas y a
nivel nacional la Constitución Española de 1978, la ley 51/2003, de 2 de
diciembre, de igualdad de Oportunidades, No Discriminación y Accesibilidad
Universal de las Personas con Discapacidad –LIONDAU; que supera el modelo
medico sobre la discapacidad que inspiró a la Ley 13/1982, de 22 de abril, de
Integración Social de los Minusválidos
(LISMI). Esta perspectiva ha sido reforzada con la Ley 26/2011, de 1 de agosto,
de Adaptación Normativa a la Convención Internacional sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad.
Conocer las condiciones idóneas para que las personas con
discapacidad puedan participar efectivamente en procesos de mediación nos va a
posibilitar desarrollar procedimientos inclusivos que tengan en cuenta su
discapacidad y puedan participar activamente en igualdad de oportunidades,
potenciando su capacidad y autonomía para la toma de decisiones, es decir,
conocer las bases donde se asienta una buena práctica de mediación con personas
con diversidad funcional y que les posibilite el acceso a la justicia con
plenos derechos y en igualdad de condiciones que las personas sin discapacidad.
Las habilidades
sociales son básicas para el desarrollo humano y necesario para la adaptación
de las personas al contexto que les rodea. Cuando estas habilidades se ven afectadas y mermadas
debido a algún tipo de discapacidad, puede verse dañada la adaptación de la
persona (que sufre la discapacidad) en la sociedad en la que está inmersa
viviendo, provocando dificultades en la interacción social. El
manejo de las percepciones que tenemos sobre las personas con discapacidad es
importante para minimizar esas creencias que están enraizadas en nuestra
sociedad y que hace que veamos a la persona discapacitada como un ser débil,
incompleto, incapaz de decidir por sí mismo. Si no se restauran estas
percepciones que minusvaloran las capacidades de las personas con diversidad
funcional, se les impide ejercer sus derechos más fundamentales,
principalmente, ser parte activa en el proceso de solución de sus conflictos.
Para ello el empoderamiento de la persona discapacitada es crucial para
contrarrestar las posibles estrategias de poder, coerción o amenazas que puedan
derivarse del conflicto.
Como mediadores debemos conocer las necesidades de las personas discapacitadas
y dirigir nuestra intervención para satisfacer a todas las partes enfrentadas.
Este proceso implica 3 áreas que han de coincidir en un mismo espacio y que
pasa en primer lugar por legitimar nosotros mismos a cada persona, a
continuación, legitimar a cada persona consigo misma –a través del
empoderamiento, y en último lugar, legitimización entre las partes –a través
del reconocimiento y aceptación incondicional en igualdad de oportunidades y
derechos. Como especialistas en gestión de conflictos debemos abrirnos a la
dimensión social de la discapacidad donde nos acerquemos a un modelo integrador
que responda a las necesidades específicas de las personas con discapacidad y
se valore su autonomía para tomar decisiones en el proceso de mediación que
vamos a iniciar.
La accesibilidad es la
“condición que deben cumplir los entornos, procesos, productos y servicios para
ser utilizables por todas las personas en condiciones de seguridad y de la
forma más autónoma posible”. El acceso a la mediación y por lo tanto a la
justicia es un derecho que puede verse anulado para las personas con diversidad
funcional si no se reúnen los requisitos de accesibilidad necesarios. Por ello
será necesario contar con elementos accesibles tanto en edificios, medios de
transporte, información, comunicación y cualquier otro medio que se requiera.
Las estrategias serán “Diseño para
todos” y “Ajustes razonables”.
El primero tiene como objetivo principal ofrecer entornos cuyo uso resulte
cómodo, seguro y agradable para todas las personas, incluidas las discapacitadas.
Los ajustes razonables son todas aquellas medidas que podemos instaurar para
adaptar el entorno a las necesidades específicas de ciertas personas.
Los
mediadores deberemos identificar las necesidades de nuestros usuarios para
participar de forma efectiva en la mediación y esto pasa por considerar si las
personas que vienen a mediación son capaces de obtener y utilizar toda la
información necesaria relacionada con los servicios y el procedimiento de
mediación, si son capaces de comprender el propósito y objetivo de la
mediación, si entienden el papel de cada
persona presente en el proceso (el del mediador, las partes, los abogados, las
personas de apoyo, los intérpretes…), si comprenden los pasos en el
procedimiento de mediación y las “normas”.
Entre
los aspectos a analizar y resolver antes de iniciar un proceso de mediación tendríamos
que considerar en primer lugar “La accesibilidad
del entorno”, principalmente la llegada al edificio, la entrada al
edificio, el interior del edificio, adecuando el entorno para una correcta
atención y comunicación; los despachos de prestación de los servicios de
mediación (disposición del mobiliario y los espacios interiores para el
tránsito de personas en silla de ruedas, o con discapacidad visual por ejemplo,
etc.). Y en segundo lugar “La Accesibilidad
de Comunicación” es un derecho universal donde se ve fortalecido hoy
en día con los avances tecnológicos y la ayuda de la informática. La mediación
electrónica es una buena solución con usuarios con movilidad reducida o
personas con discapacidad visual o familiares a cargo de personas con
verdaderos problemas de movilidad.
Los
mediadores o instituciones de mediación debemos tener en cuenta diversos
elementos respecto a la transmisión de información para garantizar la
accesibilidad a la comunicación e información con personas con diversidad
funcional. Fundamentalmente la
Interpretación de lengua de signos, donde se deberán facilitar los
servicios de interpretación de lengua de signos; la Subtitulación, en la que se deberá contar con servicios de estenotipia
computarizada para ofrecer información textual en pantalla de las
presentaciones orales en tiempo real, así mismo se deberá asegurar siempre que
las fotografías, gráficos, videos o DVD empleados estén subtitulados y los Sistemas
de comunicación aumentativa o alternativa. Los Sistemas
Aumentativos complementan el lenguaje oral cuando, por sí sólo, no es
suficiente para entablar una comunicación efectiva con el entorno. Esta
puede realizarse sin ayuda como por ejemplo la “Lengua de signos”, la “Lectura
labio-facial”, la “Dactilología”, la “Palabra Complementada”, la “Comunicación
bimodal” o con ayuda, se utiliza cuando para comunicarse las personas usan
ayudas o herramientas que les permiten hacer preguntas, hablar sobre sus
sentimientos y emociones, relatar sucesos
de su vida como por ejemplo los “Sistemas
e imágenes”, los “Sistemas pictográficos”,
“Bliss”, el “Sistema Braille”. Y Los Sistemas Alternativos que sustituyen al lenguaje oral cuando
éste no es comprensible o está ausente.
Necesidades comunicativas en personas con discapacidad y tipos
de SAAC utilizados
DISCAPACIDAD SENSORIAL
|
HERRAMIENTA
|
|
VISUAL
|
CON AYUDA
|
Braille
|
SIN AYUDA
|
Lenguaje
Oral,Dactilológico,Comunicación Bimodal
|
|
AUDITIVA
|
CON AYUDA
|
Bliss, Pictograma, Escritura, Sistema de Imágenes
|
SIN AYUDA
|
Dactilológico,
Gestos Indicativos, Lengua de Signos, Labio-facial, Palabra Complementada.
|
DISCAPACIDAD FISICA
|
HERRAMIENTAS
|
ESCLEROSIS MULTIPLE
|
Recursos Técnicos: Paneles de
comunicación (alfabeto, palabras o imágenes), amplificadores de voz y
teléfonos de texto que pueden facilitar la comunicación en algunos casos.
|
PARALISIS CEREBRAL
|
SAAC: El lenguaje de
signos y la palabra complementada, o sistemas que requieren ayuda, como
pueden ser el braille, los sintetizadores de voz, el Bliss, sistemas
pictográficos, aplicaciones informáticas, etc.
Recursos Técnicos: Programas de gestión
de símbolos, texto y/o fotografías, Comunicadores sencillos con salida a voz,
Tableros de comunicación con salida a voz, Comunicadores dinámicos.
|
ESPINA BÍFIDA
|
Recursos Técnicos: Libretas con
pautas, es aconsejable presentar los contenidos predominantemente de forma verbal,
más que a través de imágenes o esquemas
|
OTRAS DISCAPACIDADES
|
HERRAMIENTAS
|
DISCAPACIDAD INTELECTUAL Y TEA
|
LECTURA FACIL Y SAAC (PICTOGRAMAS)
|
También en la transmisión Información en Internet, las páginas Web de los
proveedores de servicios de mediación (y de cualquier otro sistema alternativo
de conflicto) deben ser accesibles cumpliendo criterios de la WAI (Web Accesibility Initiative).
Las Presentaciones se deberán asegurar que al utilizar transparencias,
presentaciones informáticas o diapositivas, las mismas sean fácilmente visibles
con copias en folletos con formato grande. Se deberá utilizar letra grande
tamaño 24 en texto, todo en fuente legible: Verdana, Arial, Helvética o
Universal; Se deberán leer todos los encabezados en voz alta y describir los
dibujos o gráficos. Será necesario repetir las preguntas de la audiencia al dar
las respuestas. Finalmente en cuanto a la Información impresa se
deberá utilizar letra grande, de tamaño 16-18, fuente legible. La escritura Braille deberá estar disponible
sólo en el texto.
Muy importante es la accesibilidad
del procedimiento; me refiero al proceso de mediación en todas sus fases:
preparación, desarrollo, culminación y seguimiento. Hay que tener en cuenta que
la población con diversidad funcional presenta una gran variedad en función del
tipo de discapacidad, la intensidad de la misma, el nivel de autonomía o
necesidad de apoyos permanentes, el nivel de ingresos, el sexo, las formas de
convivencia, etc. En
la fase de preparación debemos tener los conocimientos
sobre las necesidades de accesibilidad de las partes, esto implica
compensar o equilibrar las oportunidades fruto de las desigualdades. Por lo que
antes de comenzar la mediación es importante conocer el tipo de ayuda técnica
que se requiere. Las ayudas son todo objeto, equipo o producto utilizado para
aumentar o mejorar las habilidades de las personas con discapacidad. Se deberá
preguntar a las partes antes del inicio de las sesiones si necesitan alguna
ayuda técnica específica. Los datos aportados sobre la discapacidad, la
información médica e incluso los ajustes razonables que requieran para el
proceso entran dentro de la más absoluta confidencialidad. Cuando el mediador
no disponga de algún servicio de accesibilidad deberá esforzarse para tenerlo,
pudiendo preguntar a la persona discapacitada que le recomiende un proveedor de
su confianza.
Se deberá evaluar el
grado de autonomía para tomar decisiones. Las personas que inician un
procedimiento de mediación deben ser capaces de entender el procedimiento que
van a iniciar de principio a fin, las reglas por las que se van a regir y el
papel del mediador. Además han de ser consciente de la materia del conflicto y
de su alcance; también de las decisiones que se tomen y de las
responsabilidades que ello lleva aparejado. Las partes van a dar su
consentimiento para lo cual tiene que haber una autonomía personal, puesto que
las decisiones son personales y están en función de nuestros objetivos, deseos
y beneficios. El mediador deberá valorar si todas las partes que van a iniciar
el proceso de mediación tienen capacidad para hacerlo y sin que la discapacidad
merme su capacidad y libertad de concurrir en igualdad de oportunidades. Hay que tener en cuenta que
la evaluación de la capacidad de mediar de una persona es individual y debe
hacerse caso por caso ya que cada persona tiene sus propias circunstancias que
pueden limitarla o dotarles de plena autonomía para tomar sus propias
decisiones. Dicha evaluación no ha de consistir únicamente en un diagnóstico
médico. Los acuerdos deben estar basados en una clara comprensión del conflicto
y las circunstancias personales que intervienen en el mismo. Y deben prestarse
todas las ayudas, adaptaciones y apoyos que se requieran para que la persona
con discapacidad pueda actuar libremente y tome el control del sus acciones.
Para
finalizar otro aspecto a tener en cuenta
es nuestro comportamiento con las personas con discapacidad. El lenguaje determina
nuestra percepción de la realidad. Utilizar acepciones negativas para
referirnos al colectivo de personas con diversidad funcional como
“minusválidas”, “retrasado”, “Deficientes”, etc., condiciona nuestra manera de
relacionarnos. Para un uso apropiado de la imagen social de la discapacidad
debemos utilizar la palabra discapacidad, persona con discapacidad y/o persona
con Diversidad Funcional.
domingo, 26 de julio de 2015
¿Por qué mediamos?
¿Por qué mediamos?
Entendemos la cultura como un mecanismo de adaptación que
surge de la interacción social y que tiene como fin la adaptación al medio. Por
lo tanto, la cultura ayuda a la sobrevivencia del ser humano y se constituye
como un conjunto de construcciones históricas y sociales. La cultura como construcción social en permanente cambio es
histórica. Desde la sociología se describe la cultura como un conjunto de
valores, creencias y actitudes que contribuyen al modo de vida de una sociedad;
se incluye los modos de pensar, actuar, de relacionarse con otros y con el
mundo exterior (Segall, 1984). Es por lo tanto la cultura un
cuenco, una realidad delimitada por un universo cerrado de creencias, valores
que generan significaciones, mitos, imaginarios en el que se vierte la realidad
y esta se nos muestra clara, ordenada e inteligible. Cambiar este cuenco, su
forma, significa crear, cambiar o eliminar ciertas creencias y valores
firmemente instaurados en el pasado pero que ahora han demostrado que no son
aptas para proteger la vida. Esto crea una crisis civilizadora, es decir, surge
la necesidad de proteger la vida de otra forma.
La especie humana institucionaliza
este sistema de creencias y valores que emana del centro, del poder y en la
mayoría de las ocasiones como mecanismo para perpetuarse en el poder. Este
sometimiento se hace desde los más fuertes, haciendo débiles al resto. Y se
llega a constituir como poder único y centralizado que impone las fronteras, y
define lo que está bien y está mal, que legitima el uso de la violencia y que
difumina, desenfoca su propia violencia hasta llegar a normalizar y naturalizar
la cultura, sustentada por una aparente pretensión por el bien de todos, sometiendo
a la ciudadanía a la guía y vigilancia de una autoridad superior fácilmente
identificable. La justicia retributiva o
justicia basada en el castigo ejemplar como medio para inhibir los
comportamientos considerados socialmente inadecuados, la construcción de
dualismos para construir la realidad (el bien y el mal). Se equipara el bien
con los nuestros, los amigos, los iguales; mientras el mal está presente en “los
otros”, los enemigos, los diferentes. La violencia es el mecanismo que utiliza
los poseedores del bien y la verdad, quienes lo encarnan, para acabar con el
mal y con quienes lo representan. Pero esta realidad está siendo cuestionada y los
valores culturales aceptados hasta ahora están siendo transformados. El miedo
al castigo no ha sido suficiente para evitar el delito, a pesar de que las
sociedades siguen solicitando el endurecimiento de las penas, incluso
instaurando la pena de muerte. Esta situación del derecho positivo, unida a su
incapacidad para construir mejores sociedades, ha puesto en entredicho la
justicia retributiva y está planteando la necesidad de encontrar alternativas.
No se trata de desconocer la importancia de dicha justicia, sino de buscar
alternativas que la complementen y trasciendan.
En la década de los 60 converge
un conjunto de fenómenos sociales y políticos en todo el planeta. Emergieron
movimientos sociales que lograron visualizar puntos de fuga de la cultura hegemónica
y su profunda influencia posterior en la sociedad actual ; la vida no
transcurre solo desde los intereses de los centros del poder.
La guerra fría había contenido la
posibilidad de una nueva guerra mundial, pero había desplazado la violencia de
la guerra a los países periféricos en África, Latinoamérica y Asia,
convirtiéndolos en escenarios para su lucha por la hegemonía geoestratégica,
política y económica. Las llamadas guerras de baja
intensidad sostuvieron y lo siguen haciendo la producción armamentista de
Europa, EE. UU. y la URSS. Pensemos en
las toneladas de napalm y agente naranja rociados sobre Vietnam. En los años 60
las manifestaciones contra la guerra en Vietnam, trascienden este tipo de
fronteras al volverse una de las primeras movilizaciones sociales con carácter
universal.
No es posible establecer una
relación causa/efecto entre los diferentes movimientos. La década de los 60 es
una explosión multicolor de intereses y preocupaciones de la gente que, en la
mayoría de los casos, se vuelve protagonista de cambios y propuestas que
nacieron de situaciones concretas de grupos de población específicos, con
miradas distintas y variadas inspiraciones, pero que se fueron entretejiendo y
afectando unos a otros., entre ellas: el movimiento hippie, el Mayo
francés o Mayo del 68, el movimiento feminista y el ecologismo entre otros.
En el escenario norteamericano,
el preámbulo del movimiento contracultural se remonta a los grises años 50 de la
era Eisenhower. Junto a ellos, una nueva generación, surgida en Nueva York, de la
mano de un movimiento literario que se convertiría en la última “vanguardia”
que conseguiría influir en una especie de conciencia social, aferrada a la
utopía de querer cambiar el mundo a través del arte, la Beat Generation. En los
campus universitarios de Norteamérica la trayectoria de la revuelta
generacional de los años sesenta en Norteamérica pasaría por varias fases. Oleadas
sucesivas de creciente radicalización política y militancia sucederían al
primer movimiento de ruptura que representaría la fraternidad bohemia de la
Generación Beat.
Pero esa juventud que aprendió a
expresarse de forma diferente (pacífica) se vería afectada también por
acontecimientos socio-políticos de primer orden que contribuirían a
radicalizarla desde los campus universitarios. La feliz inocencia de los años
sesenta comenzaría a quebrarse en los Estados Unidos con los asesinatos del
presidente Kennedy en 1963 y de Martin Luther King el 4 de abril de 1968.
Desde
los beats, a través del movimiento por los Derechos Civiles y la lucha racial,
la pobreza, hasta la guerra y el imperialismo americano, la línea sería la de
un creciente compromiso, activismo político y participativo. Sería así como se
forjaría una crítica Contra el “sistema”: pobreza en medio de la opulencia, el
poder del complejo “militar-industrial”, la obscenidad de la guerra y el
neo-imperialismo americano a escala global, la “gran mentira” de la manipulación
de los mass media, la “educación errónea y compulsiva” de los estudiantes en las universidades dependientes de
corporaciones. Detrás de cada frase, en este breve catálogo, se levantaría un
texto crítico, una agitación, una desmitificación de algún aspecto de la
estructura social. Y a medida que los problemas se ampliaron, se desarrollaría
también un nuevo estilo de activismo político: las marchas por la libertad, la
organización de comunidades, la ocupación de los campus, el teach-in, las
manifestaciones de masas,… Y como símbolo de la cultura popular juvenil, una
flor amarilla emergería contra los aliados de la cultura no humana: el flower
power, es decir, “el poder de las flores” –un poder que se ejercía
pacíficamente y que se imponía como consecuencia de procesos naturales-.
Descentralización, vida
comunitaria, ecologismo, democracia de participación, desconfianza de las
grandes organizaciones y del “sistema”, liberación sexual, autogestión,
búsqueda de alternativas concretas a problemas reales, anti doctrinarismo, etc.
A partir de ese momento se verá la posibilidad de la liberación a cualquier
forma de autoridad que el poder o el sistema tenga establecida en todas las
parcelas de la vida privada de las personas, bien sea en el nivel escolar o
social, o en el plano de lo familiar. Mayo del 68: bebía en la
insatisfacción profunda de un modelo económico que te llena de cosas, pero que
te vacía el alma; en una sexualidad oculta y vergonzante que te distancia y te
extraña de tu propio cuerpo; en el dolor de una humanidad sin sentido, de los
cuerpos de niñas y niños rociados con napalm o malformados como consecuencia
del agente naranja; en los jóvenes que eran enviados a una guerra extraña y
lejana que les cercenaba no sólo sus cuerpos, sino también el sentido de sus
existencias; en los niños y las niñas mordidos por los perros en Birmingham,
pero también en los cantos góspel que llenaban las gargantas y alivianaban
el dolor indignado en unas pequeñas iglesias en el sur; en los nuevos campos de
concentración del apartheid que convertía en extraña a la gente por
su tierra; en los cuerpos de mujer vetados al placer en cualquier rincón de
cualquier casa; en el temor de sí mismos de hombres y mujeres que debían
considerarse enfermos o culpables de una sexualidad no permitida, en una
sociedad donde los sanos eran los heterosexuales; en millones de estómagos
vacíos alrededor de una mesa rebosada y preparada para pocos comensales; en el
dolor opresivo de la periferia, de los frágiles.
Mayo del 68 despejó nuevos
territorios; el descubrimiento de nuevas relaciones de poder, que se expresan
en el espacio de la vida cotidiana, amplió el mundo de lo político y, por lo
tanto, otras formas de incidir en él con nuevos sujetos de cambio y
transformación. El poder, de alguna forma, dejó de ser un espacio para tomarse
un lugar más, para abrirse hacia nuevas dimensiones en las que la
transformación podía depender de todos. Surge en esta época la crítica a
un sistema judicial ensamblado junto al poder, a través de los “Estudios jurídicos críticos”;
fue un movimiento en el pensamiento
legal en la década de 1970 y 80 comprometidos con la sociedad sobre la base de
una visión del ser humano desprovisto de los intereses ocultos y de dominación
de clase que apoyan y controlan las instituciones jurídicas existentes. Los
partidarios del movimiento han tratado de desestabilizar las concepciones
tradicionales de la ley y de desentrañar las instituciones legales.
Aunque los orígenes intelectuales
de los Estudios Jurídicos Críticos (CLS) se pueden remontar al realismo
jurídico americano, como un movimiento académico distinto, emergió plenamente
en la década de 1970. La primera oleada de CLS americanos fue influenciada por
las experiencias del movimiento de los derechos civiles, movimiento de los
derechos de la mujer y el movimiento contra la guerra de los años 1960 y
1970. Lo que comenzó como una postura
crítica hacia la política interna estadounidense finalmente se tradujo en una
postura crítica frente a la ideología jurídica dominante de la sociedad occidental
moderna. Basándose en la teoría doméstica y el trabajo de los teóricos sociales
europeos, los "críticos" intentaron desmitificar lo que veían como
los numerosos mitos. Las verdades teológicas,
metafísicas y racionales que durante siglos sustentaron las formas de saber y
de racionalidad dominantes no logran responder enteramente las inquietudes y
necesidades en el presente estado de desarrollo de la modernidad humana. La
creciente complejidad de los conflictos, la heterogeneidad socioeconómica, la
concentración y centralización del capital, la expansión del intervencionismo
estatal, etc. En la medida en que la sociedad es vista como un sistema
necesariamente en constante conflicto, tenso y en permanente transformación,
cualquier análisis pasa a ser considerado válido siempre y cuando sea capaz de
identificar los factores de cambio responsables de la continua inadecuación de
los modelos culturales tradicionales entre ellos, el derecho.
Aunque el CLS no ha
producido un solo cuerpo de pensamiento, comparten varios temas comunes:
- · "La ley es la política". Esto significa que las decisiones judiciales son una forma de decisión política,
- · La ley tiende a servir los intereses de los ricos y los poderosos, protegiéndolos contra las demandas de los pobres y el ciudadano (mujeres, minorías étnicas, el trabajo de clase, los pueblos indígenas, los discapacitados, los homosexuales, etc.) para una mayor justicia.
- · El argumento del realismo legal en el que lo que la ley dice que hace y lo que en realidad tiende a hacer son dos cosas diferentes. Muchas leyes dicen que tienen el objetivo de proteger los intereses de los pobres, de los frágiles de los que están en peligro de exclusión social. En realidad, a menudo sirven a los intereses de las élites del poder.
·
CLS sostiene que los individuos están vinculados
a sus comunidades, clase socioeconómica, género, raza y otras condiciones de
vida de tal manera que dejan de ser actores autónomos. Más bien, sus
circunstancias determinan y por lo tanto limitan las opciones que se les
presentan. La gente no es "libre"; se determinan en gran parte por
las estructuras sociales y políticas que los rodean. Surge entonces la necesidad de
formas alternativas de resolución de conflictos no vinculadas a los sistemas
judiciales, sino muy al contrario, a través de la participación activa de la
sociedad civil para solucionar sus conflictos. Los RAC (ADR en inglés) deben su
origen a un movimiento anglosajón iniciado en la década de los treinta del
siglo XX llamado movimiento de libre acceso a la justicia. Que pretendía que
todos los ciudadanos tuvieran acceso a un medio que les permitiera
efectivamente conseguir una solución al conflicto planteado. Este movimiento se
dirigió a la búsqueda de alternativas a los tribunales, ante el colapso que los
mismos presentaban. Todo ello, unido a los acontecimientos producidos en EEUU
tras el 24 de octubre de 1929, en el que se produjo la mayor crisis económica
mundial, y que conllevó a la depresión de los años 30, la intervención de EEUU
en las dos guerras mundiales, y la inestable situación laboral, penitenciaria,
migratoria, económica y social producida en esa década y en las siguientes,
provocaron esa necesidad de buscar diversas vías de solución de conflictos.
En la Universidad de Harvard, se inició la propagación de
una corriente filosófica-jurídica que buscaba cauces alternativos al poder
judicial, denominada «critical legal Studies». Estudiosos del derecho como
L.Fuller, F.Sander, Roger Fisher, todos ellos de la Harvard Law School, o el
conocido autor Howard Raiffa, han contribuido notablemente a la formación del
pensamiento teórico respecto a los procedimientos y aplicación de técnicas para
la resolución de conflictos fuera de los tribunales. Pero los antecedentes de la
mediación en los USA provienen de los procedimientos de resolución de la
conflictividad laboral en la industria. La mediación tal como la entendemos
hoy, aparece en los Estados Unidos a fines de la década de los sesenta y
principios de los setenta, como respuesta
a la demanda social, por formas alternativas a la conciliación de conflictos.
Los motivos fueron varios en el contexto de la época: protestas estudiantiles,
raciales, lucha por los derechos civiles, el movimiento de liberación de la
mujer, la guerra de Vietnam, etc. En 1926 se crea American Arbitration
Association (AAA) ofreciendo los servicios de mediación. En la década de los 30
se crea el movimiento de los ADR (Alternative Dispute Resolutions) como
alternativa al sistema judicial. Entre los años 1934 y 1947 el congreso creo la
“National Mediation Board” (www.nmb.gov)
con el propósito de solucionar la conflictividad laboral entre trabajadores y
sus administraciones laborales y evitar huelgas o cierres patronales. Su origen
se sitúa en la “Ley de Relaciones Laborales de 1947”. Desde los años sesenta se
difundieron las primeras experiencias en Mediación en el Consumo (American
Arbitration Association, AAA), familiar (Association of family and Conciliation
Courts, 1963), escolar (Children´s Proyect for friends, 1972) y comunitaria
(Community Boards de San Francisco). Estas experiencias respondían a dos
fenómenos esenciales: el impacto de nuevas instituciones civiles ante la
llamada “crisis de representatividad social”, y el aumento de la complejidad y
cantidad de los procesos judiciales (SINGER, 1996, 11-21).
martes, 14 de abril de 2015
INFLUENCIA SOCIAL EN LA MEDIACIÓN
Desde la sociología se describe
la cultura como un conjunto de creencias, valores y actitudes que determinan la
forma de vivir de una sociedad y esto incluye la forma de pensar, de
comportarse y de interrelacionarnos unos con otros. La psicología social
entiende la cultura como un sistema compartido de creencias, valores y
expectativas con la finalidad que la conducta de sus miembros resulte
predecible, entendible, aceptable y valiosa. Desde esta perspectiva se entiende
que la construcción cultural de una sociedad a través de un sistema de
creencias y valores compartidos, genera unas normas sociales que regula la
conducta de sus miembros. Los valores culturales por lo tanto son normativos y
nos indican lo que es deseable y como debe estar configurada la realidad.
Describen los ideales de una sociedad.
Los estereotipos son definidos
como “…creencias que hacen referencia a grupos y que a su vez generan y
comparten en y entre grupos dentro de una cultura” Huici (1999); Allport nos
describe el proceso de categorización a través del cual agrupamos la
información que nos resulta útil para adaptarnos al mundo y Teifel (1969)
subraya que el estereotipo resulta una herramienta fundamental para simplificar
la realidad y organizar la información sobre grupos con los que
interaccionamos.
De los estereotipos pasamos a los
prejuicios y de estos a la discriminación, esto es un realidad social y nos
pone a todos en alerta porque nadie quiere ser juzgado y menos aún señalado (estigmatizado)
y aislado. Hay una necesidad de pertenencia grupal tan grande que nos
esforzamos en ser aceptados aunque sea a costa de nuestra propia libertad, es
decir, a costa de nuestras propias creencias y valores.
Brené Brown, trabajadora social,
conferenciante y divulgadora nos hace un análisis muy clarificador de cómo la
cultura, los estereotipos y la necesidad de ser admitidos por el grupo social actúa
sobre nosotros. Nos habla de la lucha por sentirnos aceptados, de estar a la
altura de las expectativas de los grupos a los que queremos pertenecer y en
excesiva preocupación por lo que los demás piensan de nosotros. Esto afecta a
nuestros sentimientos, pensamientos y comportamientos y se traduce en vergüenza;
vergüenza por mostrarnos tal y como somos, de pensar, sentir y actuar
libremente sin encorsetarnos en unos roles, valores y creencias que no son las
nuestras: y ser juzgadas negativamente, ridiculizadas y excluidas. Estamos hablando
de desconexión y de soledad. La vergüenza se encuentra en los sitios más
comunes como pueda ser nuestro aspecto físico, la maternidad, la familia, la
educación de nuestros hijos, el dinero, el trabajo, el éxito, etc. Este es el
entramado que forman la vergüenza, el miedo y las expectativas culturales, que
nos llevan a un laberinto relacionado con la salud mental, la depresión, los trastornos
de ansiedad y todo tipo de violencia.
Si concebimos la relación entre estereotipos, prejuicios y
discriminación desde la concepción clásica de las actitudes, según la cual, las
actitudes constan de tres componentes: cognitivo, afectivo y conductual (Fiske,
1998; Huici, 1999). El componente cognitivo estaría asociado al estereotipo, el
afectivo al prejuicio y el conductual a la discriminación. La visión de Brené
Brown encaja con esta conceptualización ya que desde su aportación como
investigadora social alude a la vergüenza y la autoestima. La vergüenza la
sentimos, es una emoción, es la manera de sentirnos cuando vivimos ciertas
experiencias; por el contrario la autoestima la pensamos, se basa en cómo nos
vemos y a lo que pensamos de nosotros mismos.
Uno de los estereotipos más estudiados por su influencia sobre
nuestras vidas son los de género. El termino género hace referencia a las características
psicosociales de la persona, como los roles, motivaciones y conductas que se
asignan diferencialmente a hombres y mujeres. Se trata de un conjunto de
creencias compartidas socialmente acerca de las características que poseen
hombres y mujeres. El estereotipo femenino está compuesto de creencias como que
las mujeres son emocionales, débiles, sumisas, comprensivas, cariñosas,
sensibles a las necesidades de los demás, Esto no quiere decir que lo sean,
solo que tienden a ser percibidas así. En el masculino, los hombres son duros,
valientes, dominantes, atrevidos, agresivos, competitivos, líderes; esto
tampoco se corresponde necesariamente con la realidad, es una percepción
generalizada. Pero también hay una segunda dimensión en los estereotipos de género
y es que a estas categorías a las que se adscriben a hombre y mujeres son también
las que se consideran deseables y se espera de hombres y mujeres, la
trasgresión a esta prescripción puede dar lugar a fuertes sanciones sociales
como la exclusión, la estigmatización, el prejuicio, la desconexión.
Emma Whatson en su discurso ante
las Naciones Unidas presentando el proyecto HeforShe nos describe muy bien cómo
pueden modular nuestra vida estos estereotipos de género. Cito textualmente: “…
Cuando tenía 14 años empecé a ser sexualizada por ciertos elementos de mi
imagen, a los 15 mis amigas empezaron a dejar sus equipos deportivos por que no
querían verse masculinizadas. A los 18 años mis amigos varones ya no eran
capaces de expresar sus sentimientos”. En otro momento nos dice: “…he visto
hombres jóvenes sufriendo de “salud mental” incapaces de pedir ayuda por temor
a que se sientan menos hombres, de hecho en el Reino Unido, el suicidio es el
mayor asesino de hombres entre 20 y 49 años, eclipsando accidentes de tráfico, cáncer
y enfermedades coronarias. He visto hombres hacerse frágiles e inseguros por
culpa de un sentimiento distorsionado de lo que constituye ser un hombre
desarrollado. Los hombres tampoco tienen el beneficio de la igualdad. No se
suele hablar de los hombres aprisionados por los estereotipos de género pero
puedo ver que lo son y cuando estén libres, las cosas cambiaran para las
mujeres como una consecuencia natural.
Por último, en mediación podemos
comprobar como muchos de los conflictos que se originan están influenciados
socialmente, que nuestra imposibilidad de llegar a una solución viene determinada
por procesos de influencia social y que las dificultades para llegar a acuerdos
en la mesa de medición también se ven condicionadas por estereotipos,
prejuicios, procesos de categorización, influencia grupal (familia, amigos,
compañeros, etc.). Sensibilizarnos y atender e identificar estos aspectos nos
puede ayudar a los mediadores a flexibilizar las posturas de los mediados para
llegar a acuerdos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)